jueves, 21 de agosto de 2014

Ser Letra Tinta


Hay una gran constante en tu vida.
Te concentras en el trabajo, tus hobbies te distraen, te entregas al poderde la diversión, tus obsesiones te roban momentos clave; y en todo hay algo invariable: el cuento. Nunca se va: lo bebes, comes en él, te enjabona la espalda, te interrumpe, brinda contigo en el insomnio.

Estás en los lugares de rutina y, automáticamente, el cuento halla la forma de meterse por donde le da la gana. No es él solamente, es la idea de crearlo, de construir su cuerpo pieza por pieza. Lo concibes como un ser ajeno: con luz y con sombra  propias, el objeto de deseo, el reto de la semana, de pies independientes, con terquedad propia; pero tuyo.

Posee y demanda: es jefe, amante ansioso, hijo rebelde, amor platónico, niño perdido. Se esconde, tu labor es buscarlo y ya sabes dónde: conversación, fachada, ejercicio, clase, miedo, obsesión, aburrimiento, recuerdo, deseo, presión, pasión, filia, fobia, fondo, superficie, color, forma, textura, aroma. Te desesperas, claudicas y  abandonas, pero se queda aunque no exista.  

Tienes un vínculo con él que quizás otros no entiendan. Se conocen tanto que crean su propia dinámica de convivencia: intuyes cuándo va a llegar y preparas terreno. No eres el único, hay otros locos que padecen lo mismo y que también lo cortejan. Tienes tu método particular y seguramente es distinto al de muchos: lo piensas demasiado, le das vuelta mientras vas en el coche, caminas en círculos en tu cuarto, buscas un parque, te dejas comer por el bullicio, escondes libretas en tus rincones, conviertes tu sangre en tinta… pero, sin excepción, todos comparten el momento frente a la computadora, el instante de vaciar. Armas al cuento, finalmente haces fuego con los chispazos que encendieron varias veces. Lo amas, porque tú lo creaste, aunque muchas veces no te gusta. 

No se queda en tu cajón: tienes un espacio para compartirlo y darle toda importancia. Los demás, los otros locos que son amigos de vino y de tinta, entienden el esfuerzo requerido y lo cuidan como sifuera propio. Son objetivos, honestos, generosos; intentas serlo, aunque aveces no entiendas (otro enorme reto: ser lector). 

El gran miércoles es el día de fiesta, es cuando tomas el cuento ya impreso, hecho realidad y celebras las palabras. Como autor pasas a segundo plano, o tercero o cuarto. El cuento es todo. Lees historias creadas bajo una misma instrucción, pero completamente distintas: te sorprendes de la capacidad creativa del hombre. Anotas, aprendes, descubres. Sales motivado porque lograste bajar a papel tu mundo interno, o frustrado porque no sucedió. Es entre tú y él: te muerde y te besa. Te deleitas en el reto cíclico y vitalicio: el jueves comienzas otra vez. Una nueva tarea. Un viaje distinto. 

Taller de cuento "Letras Tintas", bajo la coordinación de la escritora Gabriela Torres.


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